Por Juan Carlos Hernández A.
Los seres humanos por naturaleza tenemos fe y sale a relucir la verdad con ella, en lo que creemos y lo que deseamos, para bien propio o para el bien ajeno. Entender que, actuar con fe, es sinónimo de valores personales, de ética y buena moral, la fe se refleja en los actos, en el propio comportamiento, y que, por cierto, hay ciertas temporadas de la vida en las personas que recurren a la fe, para que se conozca la verdad.
Hoy día vivimos en una época en que poco importa hablar con la verdad, con fe pese a ello hay evidencias que no pueden ocultarla. En cualquier oficio, el que usted guste maneja la fe y verdades, pero también mentiras. Hablar de la fe siempre será un acto notable de mucho valor para las personas que la practican.
El asunto es que nos debiéramos detener a reflexionar que con esa fe intrínseca tenemos información, y muy probablemente también formación de cualquier tema relacionada con esa información. Porque mire usted, tenemos la creencia de que creer en algo es bueno, y vaya que sí lo es, lo que importa es saber encausar esa creencia en obras notables.
Comprobar que se habla y dice la verdad en la fe que tenemos en y hacia las personas, es algo que debe atenerse a ciertos principios y valores intangibles; como la razón, la inteligencia y el pensamiento en lo trascendental que nos lleva al fin último para el que fuimos creados. El punto es, que pocas personas y buenos ciudadanos lo hacen, sobre todo cuando se trata de temas de mayor importancia y de relevante trascendencia.
Conminar y exhortar a que actuemos con la verdad, con fe no será posible si como personas deseamos cambiar lo que no es bueno, lo que ha fallado y lo que no funciona, ¿a quién le gusta que le digan que no posee fe un día y otro también? Pues hay por supuesto gente que sí. Pero hay muchos más que no. Lo que importa es creer en algo, porque no creer en nada será un fracaso. Entonces usemos la fe como la sustancia de lo que se espera, porque la fe también es evidencia.
Qué tal si nos pueden mostrar el valor de la verdad, credibilidad y generación de confianza, fortalezas como lo que son en los seres humanos, tan simples y llanos como cualquiera ¿Y qué es la fe? Aquí le dejo a un filósofo explicándolo: San Agustín pensaba que la fe no requiere justificación exterior a sí misma, y es el fundamento natural de la razón. Lo que la filosofía cristiana excluye no es la reflexión personal sino todo contacto con la filosofía pagana como punto de partida de la fe; el punto de partida es la revelación.
Y dice: “En vano oiríamos predicar cosas verdaderas si la fe no revistiese de piedad nuestro corazón antes de que la razón crítica nos haga ver que son falsas esas ficciones que abrigamos. La razón nos avisa desde fuera, mientras la verdad nos ilumina interiormente. La fe desempeña el papel que a ella le toca, y, gracias a esa preparación, la razón subsiguiente encuentra alguna de las verdades que buscaba. Luego a la razón falsa hay que interponerle, sin duda alguna, no sólo la razón verdadera, que nos hace entender lo que creemos, sino también la fe misma que tenemos en lo que no entendemos” … Finalmente, quién ni siquiera desea entender y opina que basta creer las cosas que debemos entender, no sabe aún para qué sirve la fe, ya que la fe piadosa no quiere estar sin la esperanza y sin la caridad. El creyente debe creer lo que todavía no ve, pero esperando y amando la futura visión”
¿Y usted amable lector, tiene fe, cuánto y en quién? Como sea hágale pues, porque la vida en solo una.
* SAN AGUSTIN “Cartas 120,2.8”
*https://info.uned.es/ca-bergara/ppropias/miren/simulacro07/texto_san_agustin.pdf