TEMPORADA DE ENCUESTAS: REALIDAD O FICCION

 

La presente época se vive intensa en el mar, o diría sunami de información, que crece y avasalla, arrastra con todo, sin detenerse, y quienes recibimos esa abrumadora información quedamos atónitos, sin poder discernir, analizar ni siquiera un porcentaje mínimo de todo ello, parte de eso también lo son las encuestas sobre temas diversos.

Se llega la temporada acentuada en que a lo largo y ancho del país se empieza a preguntar la percepción de la gente con diversos temas, pero uno en particular, el tema político, que es el de la intención del voto; por los miles y miles de candidatas y candidatos que buscan contender a un cargo de elección, a través de la organización de las elecciones que la autoridad electoral ya esta ejecutando con todo cuidado y que además es vigilante de cada publicación emanada de los estudios demoscópicos unos pagados y otros no, bueno suponemos que no, y que son dados a conocer a la opinión pública (encuestados) para determinar las preferencias que muestran esos estudios.

Las metodologías usadas para realizar estudios son por demás valederas como las que más, hay un principio científico que se utiliza para aplicarlas y muestran datos cualitativos y cuantitativos, en ello se define también el tamaño de la muestra, la estratificación, así como el número de preguntas a hacer, muy importante es la elaboración de un orden de las preguntas y la importancia y valor de cada una. Lo que importa éticamente es que esas preguntas no lleven tendencia alguna, para esperar una respuesta tergiversada de origen.

Ante todo, ello se centra en algunos sectores de la sociedad la discusión de que si es con encuestas como se gana una elección, no es así, pues las mediciones de esos estudios son eso “mediciones” al momento, fotografías que toman de la opinión publica (la muestra) su actitud, respecto a una persona, pero recordemos que las actitudes cambian.

Entonces ¿nada es verdad, nada es mentira, todo depende de la encuesta con que se mira? Quién sabe. Pero supongo que sí, hay posibilidades de hacer que quien madruga con estas mediciones son los que marcan la pauta de intención de voto, a veces si, aunque no es un patrón de comportamiento. Es un tema para discutir, claro que hay quienes consideren lo contrario.

Ahora, que el punto de las encuestas mucho tiene que ver la muestra, es decir el mercado a donde se aplica, a quienes se les pregunta, es determinante (aunque no siempre) para esperar la respuesta deseada. Nadie vende pan frio, ¿o sí? Es pues de suma importancia igual la definición del estrato elegido, para tal fin. También hay que decir que las encuestas como herramienta de trabajo en una contienda electoral, no hace “el milagro” cuando de por si él  o la candidata, no tiene las simpatías, sinergias, liderazgo, carisma, agrado, oratoria, curriculum, y muchos mas antecedentes buenos, con que contar una “historia” a sus electores, y en ese caso las encuestas quizá no surtan el efecto deseado.

Las aristas de que con encuestas se pretenda ganar una elección, o querer posicionarse en el espectro de la comunicación política es por demás inocente pensar que sí, es solo una herramienta de complementariedad en una estrategia para ganar y lograr posicionar una marca, nombre, idea, pues estamos hablando de propaganda, no olvidar que la propaganda vende ideología pura y ahí la encuesta refuerza ello, sí o sí.

Por lo que, la realidad es que solo con trabajo en campo, como dicen “gastando suela” en la calle es como sí se puede alcanzar objetivos claros y concretos, la utilización de encuestas o sondeos son por demás la toma de fotografía al momento, de cada etapa de un proceso de campaña, entonces no determina contundentemente el “gane” si eso piensan quien lo utilice esta viviendo un momento de ficción. Cuidado. Por lo pronto amable lector usted aprópiese de las mejores ideas que le vayan a plantear para que, eligiendo su persona favorita a la que desee favorecer con su voto le siga la pista. ¡hágale pues!

 

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